La solución para la tevé pública
Directorio de TVN
Presente:
Si hay una imagen símbolo de los tiempos en sus múltiples significados durante el paso del tiempo, es una tv antigua en algún jardín de un cerro de Valparaíso que decía “Apaga la tele, vive la vida”. Incluso antes de las redes sociales, la foto de esa tele se hizo popular. Era, en cierta forma, la esencia de Valpo: le daba la espalda a la modernidad y también a una cultura popular de masas. Para mis amigos y yo era el símbolo de la cursilería de los 90, donde el discurso moralista de izquierda -que no distaba de un obispo que perseguía las revistas porno en los quioscos del puerto- se hacía pasar por contracultura.
Lo odiábamos porque, primero y más importante, q u i é n q u e r r í a v i v i r l a v i d a e n C h i l e e n l o s 9 0 y porque éramos fanáticos de la tele en ese tiempo, en especial, de Televisión Nacional de Chile (TVN).
¿Qué boomer chileno que se precie no echa de menos la época de oro de TVN? Hay pocas claridades morales en el siglo XXI de la ultra derecha y el genocidio palestino con la complicidad de corporaciones y gobiernos Occidentales, pero en Chile, al menos, tenemos mediana claridad de que los matinales y la tevé en general murió en Chile el mismo día del accidente fatal de Felipe Camiroaga, símbolo de TVN.
Es un hecho. No hubo más tele pero, más tristemente aún, no hubo más TVN.
No dudamos que hay miles de chilenos y chilenas que recuerdan con nostalgia programas símbolo de Camiroaga como el Pase lo que Pase o, por supuesto, El Matinal de Chile. El carácter chileno contemporáneo también se formó con los ataques de risa de Karencita por alguna payasada de Felipito, o los sketch medio en serio medio en broma de Gustavo Careaga palanqueando a Camiroaga. ¿Qué chileno o chilena no da un suspiro y un like a las cuentas de redes sociales que reviven esos momentos?
Y nos pilla el 2025 con una nueva crisis económica de TVN que ahora se toma incluso el debate de las presidenciales. Muchos han sido los análisis de porqué la única televisión pública en Chile está hace ya varios años a medio morir saltando. Se ha apuntado, por ejemplo, a la incompatibilidad de una televisión pública con las reglas del mercado de la tv, considerando que TVN no recibe fondos públicos desde una reforma de ley en 1992. También que en esa refriega por el rating, TVN ha perdido su identidad de canal público y que es uno más poniendo cámaras secretas en los estudios para grabar peleas y agresiones pautadas en los realities. Los tech-bros fans piensan que el problema es que TVN no se ha adaptado a las nuevas pautas de consumo tecnológico. Más interesante aún los que hablan de la torre de marfil en que viven los ejecutivos que han diseñado programaciones mediocres en plena crisis, como cuando Matthei apuntó que no hace falta una deuda de 67 mil millones de pesos para el Chavo del Ocho en TVN, que por lo demás está gratis en Youtube.
Y en esos diagnósticos divididos, las soluciones son muy siglo XX: ora que hay que reducir TVN al mínimo, ora que hay que hacer un salvataje desde el Estado. Pero nadie habla el después qué. No hay proyecto.
Salir del road to nowhere de TVN requiere de un diseño de tv que se haga cargo de los múltiples diagnósticos: de ejecutivos soporísimamente aburridos sin una sola idea novedosa, de audiencias de internet acostumbradas a la repetición infinita de reels mundanos con música épica, de políticos que transversalmente están dispuestos a cortar presupuesto para depositarla en la policía o en algún software que suene a modernización, a un país que no quiere pensar, que todo le da lata y miedo.
Para responder a esos múltiples desafíos la solución es más simple de lo que se piensa: combinar lo mejor de TVN en el siglo XX con las condiciones del capitalismo del siglo XXI. En otras palabras, que el canal público transmita 24 horas de chascarros de sus programas, centrados en los de la época de oro de las telenovelas y en los múltiples episodios que nos regaló Felipe Camiroaga.
Ahora bien, es verdad que, a pesar del abundante material y la mala memoria nacional, puede que el material no sea suficiente. Pero aquí viene el gancho de la política pública: inversión I+D. Los únicos fondos que se necesitaría serían programar una inteligencia artificial con deep learning que, por un lado, programe los chascarros reales para que no se repitan tanto y, por otro, que genere nuevos chascarros inspirados en los chascarros pasados: inteligencia artificial para el humor de las y los chilenos.
Con visión, TVN y Chile mismo podría estar en pleno liderazgo del capitalismo del siglo XXI.
Saluda atentamente,
Colectivo Ideas Gratis & Buenas